Las bacterias presentes en la leche materna enseñan al sistema inmune del bebé a reconocer ciertos patógenos según un estudio.

La leche materna proporciona a los bebés y niñ@s, al margen de apego, proteínas, azúcar y la grasa que necesitan en sus primeras etapas de desarrollo para estar saludables, incluidas varias sustancias que benefician al sistema inmunitario como anticuerpos y enzimas, además de células inmunitarias vivas (macrófagos, neutrófilos y linfocitos).

Calostro

El calostro, la primera leche emitida en las primeras horas tras el parto, hay millones de leucocitos que pasan al intestino del lactante, éstos proporcionan las inmunoglobulinas sintetizadas por la madre, como respuesta a las enfermedades infecciosas que tuvo a lo largo de toda su vida y que terminan siendo transferidas al bebé a través del pecho. De este modo protegemos al bebé mientras que su propio sistema inmunitario es inmaduro, este sistema empieza a madurar en torno a los tres años de vida.

Estudio

Científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) se embarcaron en un proyecto de investigación sobre la leche materna, que -como explica el doctor García Mena- se produjo como resultado de una iniciativa conjunta con el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, que buscaba promover la lactancia materna a través de argumentos científicos.

Se empezó a analizar muestras de leche humana, previo establecimiento de un acuerdo colaborativo con hospitales y bancos de leche materna, que les proporcionaría las muestras necesarias para el estudio: “Es importante precisar que se recolectaron tres tipos de muestras: la primera directamente de madres lactantes, la segunda de bancos de leche previo a su pasteurización y la tercera en los mismos bancos de leche, pero posterior al proceso de pasteurización de la leche”, precisa García Mena.

De este modo pudieron realizar una comparación entre los tres tipos de muestras, en relación a la presencia de patógenos. Además, se buscaba determinar el grado de disminución de patógenos tras someter la leche al proceso de pasteurización y descubrir si la presencia de bacterias era producto de alguna contaminación accidental.

Hallazgos

Los hallazgos respecto a las bacterias que crecían en la leche fueron inesperados: “Fue una gran sorpresa darnos cuenta de la existencia de colonias de bacterias en la leche materna y también que se trata de bacterias que están más allá de las que pudieran existir derivado de contaminación accidental. Hay bacterias que se reproducen y viven dentro del órgano que produce la leche —mama— y que al momento de alimentar al bebé se transmiten de la madre al hijo”.

Además, estos microorganismos estaban presentes en abundante cantidad y pertenecían a variadas especies patógenas, miembros de los géneros Citrobacter, pseudomonas, estafilococos y estreptococos: “Nosotros caracterizamos las comunidades microbianas en relación con la educación que hace la mamá al sistema inmune de su hijo. Al momento de amamantar al bebé, la mamá le aporta, además de los nutrimentos y hormonas, bacterias que permiten que el sistema inmune del bebé madure”.

La hipótesis que manejaban los investigadores con respecto al estudio es que leche materna se encarga de “educar” el sistema inmunológico de los bebés, al permitirle reconocer aquellas que son patógenas de las que son beneficiosas o simples habitantes de la flora normal.

Pese a esta abundancia de patógenos en la leche, ni las madres donantes de las muestras, ni los bebés lactantes padecían enfermedad alguna, lo que es indicativo que cumplen una importante función en esa ubicación tan vital y clave para la vida de los que ingieren este alimento.

Mayka Martín